
Por Redacción Ouller
A pesar de la creciente incorporación de tecnologías en las rutinas laborales, la productividad media del trabajador brasileño permanece estancada. En 2025, el uso de softwares de gestión, automatización de procesos y plataformas digitales aumentó significativamente, pero las mejoras reales en rendimiento, entregas y escalabilidad no han seguido el mismo ritmo. El problema no está tanto en la falta de herramientas, sino en cómo se integran al entorno organizacional.
Datos de organismos internacionales muestran que Brasil sigue por debajo del promedio de la OCDE en productividad por hora trabajada, incluso en sectores con pleno acceso tecnológico. La razón principal está en la fragmentación de los procesos, la baja cualificación en gestión, la estructura organizacional ineficiente y una cultura operativa centrada en el control, no en el desempeño.
Muchas empresas implementaron sistemas digitales sin rediseñar sus flujos de trabajo. El resultado son capas adicionales de burocracia, interfaces mal aprovechadas y empleados que operan herramientas avanzadas con métodos obsoletos. En lugar de generar eficiencia, la tecnología a menudo formaliza digitalmente rutinas analógicas mal estructuradas.
Otro factor que contribuye al estancamiento de la productividad es la informalidad estructural. Gran parte de la fuerza laboral brasileña opera en entornos con poca organización, metas difusas y ausencia de indicadores objetivos. La capacitación continua es escasa. La inversión en gestión de personas aún se trata como un gasto y no como parte del capital productivo. El resultado: entregas inconsistentes, retrabajo y desperdicio de tiempo útil.
Además, la superposición de funciones, el exceso de reuniones improductivas, la falta de autonomía y la alta rotación dificultan la consolidación de un ritmo de ejecución estable. Incluso con acceso a la tecnología, los trabajadores están sobrecargados con tareas paralelas, mal dirigidas y poco medibles. En estos contextos, la productividad se diluye por la falta de foco.
El estancamiento también está vinculado a la desconexión entre los sistemas adoptados y el perfil real de los equipos. Las herramientas se implementan sin considerar la curva de aprendizaje, el nivel de madurez digital o la estructura de soporte. La tecnología, sin método, no soluciona cuellos de botella; simplemente los reorganiza.
En 2025, la productividad del trabajador brasileño depende menos de nuevos softwares y más de cambios estructurales: gestión clara, metas ejecutables, capacitación práctica, cultura de responsabilidad y reducción del ruido interno. La tecnología está disponible. El reto es hacerla útil.