
Por Redacción Ouller
El número de brasileños que buscan el reconocimiento de la ciudadanía europea ha aumentado significativamente en los últimos años, especialmente entre personas menores de 40 años. En 2025, este movimiento dejó de ser una iniciativa aislada de familias con ascendencia extranjera para consolidarse como una estrategia activa de movilidad, protección jurídica y reposicionamiento profesional.
Italia, Portugal, España y Alemania lideran la lista de destinos más solicitados. Cada país tiene normas distintas, pero todos comparten un punto en común: el número de solicitudes de nacionalidad por vínculos sanguíneos ha alcanzado volúmenes récord. Registros civiles, consulados y despachos especializados operan con filas, retrasos y estructuras sobrecargadas. La mayoría de las solicitudes provienen de jóvenes con formación universitaria, buen nivel de organización digital y dominio de al menos un idioma extranjero.
La ciudadanía europea se busca no solo por afinidad histórica o cultural, sino como una herramienta pragmática de reposicionamiento internacional. Tener un pasaporte europeo brinda acceso inmediato al mercado laboral en más de 25 países, permite vivir y circular libremente por casi todo el continente, elimina la necesidad de visado y facilita el registro de empresas o la obtención de documentos bancarios. El proceso también funciona como una reserva de opción: muchos brasileños mantienen su vida activa en Brasil, pero concluyen el proceso para usarlo en el futuro, en caso de que el entorno económico o político se vuelva inestable.
Con la digitalización de los registros civiles y el avance del reconocimiento documental a distancia, el proceso se ha vuelto más accesible. También ha crecido la oferta de empresas especializadas y profesionales autónomos que organizan el expediente, realizan investigaciones genealógicas y acompañan los trámites en tiempo real. En algunos casos, el procedimiento puede durar menos de un año, especialmente en países como Portugal, donde el historial de relación con Brasil facilita el proceso.
Otra razón del aumento en la demanda es la búsqueda de protección jurídica internacional. La ciudadanía europea permite, por ejemplo, acceso a programas de residencia, seguro de salud público en determinados países y apoyo consular en escenarios de conflicto o crisis. Para quienes emprenden en el extranjero o prestan servicios digitales a nivel global, la nacionalidad europea también simplifica la apertura de cuentas, la emisión de facturas y el registro en marketplaces internacionales.
Aunque el mayor volumen de solicitudes aún proviene de brasileños con ascendencia italiana, portuguesa o española, también crece el interés por vías alternativas, como la naturalización por tiempo de residencia, matrimonio o programas especiales de concesión, como la ciudadanía sefardí o las leyes de memoria histórica.
En 2025, la ciudadanía europea dejó de ser un símbolo de distinción o privilegio y pasó a tratarse como un instrumento estratégico. Para muchos jóvenes brasileños, representa más que un segundo pasaporte: es una forma concreta de mantener abiertas las puertas en un mundo cada vez más exigente y conectado.