
Por Redacción Ouller
El uso de medicamentos para mejorar la concentración, controlar la impulsividad y aumentar la productividad se ha vuelto una práctica cada vez más común entre jóvenes adultos en Brasil. En 2025, sustancias originalmente indicadas para el tratamiento de trastornos como el TDAH han comenzado a circular en entornos profesionales y académicos como facilitadores cognitivos, muchas veces sin prescripción médica ni seguimiento adecuado.
Informes de entidades reguladoras, estudios universitarios y datos no oficiales indican un crecimiento significativo en la demanda de metilfenidato, lisdexanfetamina y otros estimulantes del sistema nervioso central entre adultos de entre 20 y 35 años, incluso entre aquellos sin diagnóstico formal. La búsqueda se concentra en perfiles sometidos a alta presión de rendimiento, como estudiantes de posgrado, profesionales de tecnología, del mercado financiero, de la comunicación y de áreas relacionadas con la innovación.
El atractivo de estas sustancias está vinculado a la promesa de una concentración prolongada, mayor resistencia a distracciones, mejora en la memoria operativa y aumento del tiempo útil de trabajo. En contextos marcados por metas agresivas, jornadas irregulares y múltiples estímulos, la búsqueda de soluciones químicas inmediatas ha pasado a verse como una respuesta práctica para mantenerse competitivo.
Al mismo tiempo, el uso no supervisado de estos medicamentos genera preocupación entre especialistas en salud pública. El consumo prolongado sin indicación formal puede causar efectos secundarios como insomnio, irritabilidad, taquicardia, dependencia psicológica y dificultades cognitivas al interrumpir el uso. Incluso entre usuarios con diagnóstico real, el consumo continuo con dosis autoajustadas compromete la seguridad terapéutica y puede enmascarar síntomas de agotamiento o trastornos asociados.
El entorno digital también ha favorecido la expansión del consumo. Grupos informales en redes sociales, foros cerrados y aplicaciones de mensajería funcionan como espacios para compartir información sobre dosis, efectos y formas de obtención. Paralelamente, la banalización del discurso sobre alto rendimiento y la idealización del desempeño ininterrumpido han contribuido a naturalizar prácticas antes restringidas al ámbito clínico.
Farmacias de preparación magistral, médicos particulares e incluso plataformas de telemedicina han sido señaladas como puntos de acceso recurrentes, muchas veces con criterios de evaluación poco rigurosos. El sistema de control de recetas especiales, aunque existente, aún presenta brechas y baja trazabilidad frente a la escala de la demanda.
La tendencia al uso de medicamentos con fines de rendimiento no se limita a Brasil. Es un fenómeno global que acompaña el avance de la cultura de la hiperproductividad en las sociedades urbanas. Sin embargo, la falta de una regulación clara, el uso informal y la dependencia de estrategias individuales para enfrentar la presión y la competitividad hacen que el escenario brasileño sea más vulnerable a distorsiones.
En 2025, el uso de estimulantes cognitivos por parte de jóvenes adultos refleja directamente un mercado laboral que exige agilidad constante, presencia total y productividad por encima del promedio. Más que discutir solo los efectos de estas sustancias, el desafío es entender qué está llevando a miles de profesionales a buscar soluciones químicas como respuesta a la rutina. La concentración se vende en cápsulas, pero la causa de la distracción sigue sin respuesta.