
Por Redacción Ouller
El número de brasileños que viven sin una residencia fija ha aumentado de forma constante en los últimos tres años. En 2025, el estilo de vida nómada digital ya no es un fenómeno de nicho. Profesionales con ingresos remotos, estructura digital liviana y flexibilidad contractual comenzaron a desplazarse con frecuencia entre ciudades y países, en busca no solo de calidad de vida, sino también de ventajas financieras, fiscales y operativas.
Este movimiento ganó tracción definitiva tras la pandemia. Con la consolidación del trabajo remoto y la menor exigencia de presencia física, profesionales de áreas como tecnología, marketing, diseño, contabilidad y consultoría comenzaron a organizar sus rutinas con base en tres criterios: conexión estable, bajo costo de vida y menor interferencia burocrática.
Ciudades como São Paulo, Florianópolis, Belo Horizonte y Salvador siguen siendo puntos de paso frecuente, pero el movimiento dejó de ser solo nacional. En 2025, crece el número de brasileños que alternan largas estancias en países como Portugal, México, Paraguay y Uruguay. Paraguay, en particular, ha sido mencionado con frecuencia por quienes buscan abrir empresas con menos exigencias regulatorias, operar con baja carga tributaria y mantener una estructura internacional con simplicidad fiscal. El proceso de residencia temporal en el país es rápido y el costo de mantenimiento mensual es inferior al de cualquier capital brasileña de tamaño medio.
La motivación, en muchos casos, también es tributaria. Profesionales que prestan servicios a empresas extranjeras o que facturan a través de estructuras internacionales buscan países que no graven la renta mundial o que ofrezcan regímenes simplificados para personas físicas. Paraguay, que no exige declaración global de ingresos ni impone IR sobre servicios prestados fuera del país, ha atraído especialmente a nómadas que facturan en dólares o euros. Al mismo tiempo, hay quienes mantienen domicilio fiscal en Brasil, pero reducen significativamente los costos operativos de vivienda, transporte y alimentación al adoptar una rutina móvil.
La infraestructura para este estilo de vida ya está consolidada. Espacios de coworking con planes mensuales, apartamentos amueblados con contratos flexibles, plataformas de hospedaje enfocadas en estancias de 15 a 90 días y comunidades de apoyo remoto han creado un ecosistema funcional para profesionales que no quieren, o no necesitan, una dirección fija.
En la práctica, el nómada digital de 2025 es un profesional autónomo con estructura reducida, planificación fiscal estratégica, baja dependencia de ubicación y enfoque en la flexibilidad geográfica. Lo que antes se consideraba una fase de transición se ha convertido, para muchos, en un nuevo modo de vida permanente, con lógica propia y beneficios concretos.
El modelo no está exento de riesgos. La inestabilidad cambiaria, los cambios regulatorios en países de destino y la ausencia de derechos laborales tradicionales aún exigen planificación. Pero, con una estructura adecuada y un mínimo de previsibilidad, el nomadismo digital se ha consolidado como una alternativa real al modelo urbano convencional basado en residencia fija, desplazamiento diario y contratos de alquiler a largo plazo.